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Un cuento de difuntos, espero que lo disfruten tanto como yo. Recuerdo la primera vez que lo leí... (ni la cocina de Cacheiras era lo que es) me encantó. Y aún hoy es capaz de arrancarme una sonrisa. Gracias Ana.

RECEPCION EN LEREZ

Ese día había una animación fuera de lo habitual en el cementerio de Lerez. Se esperaba la llegada de una nueva residente y eso era siempre un motivo de alegría en aquel lugar donde no abundaban las novedades.

Las dos ánimas que residían en el panteón de la entrada estaban hablando entretenidas y mientras, vigilaban el camino del pueblo al cementerio para poder avisar a las demás de la llegada del duelo.

En cuanto atisbaron los primeros coches fúnebres por la pista salieron corriendo, hacia la tumba abiera.

–Ya está aquí, corre avisa a los de la E-7, que están a punto de entrar y tenemos que prepararlo todo para recibirla como se merece.

–¿Es hombre o mujer?.

–Mujer, me lo comentó la de la F-4. Ya sabes, la del panteón con las cortinitas de gradalux. Esa siempre se entera de todo porque recibe a diario la visita de su mejor amigo en vida. Su amigo y según cuentan algo más… Bueno, la verdad es que eso aquí ya no importa, pero como de todo se habla… ¿Y qué ibamos a hacer si no?. Tenemos toda la eternidad por delante para hablar… Como te decía, la de la F-4 sabe todos los chismes del pueblo por su…, bueno lo que fuera. Viene todos los días y se queda siempre un buen rato hablando con ella como si todavía estuviera con él en el otro mundo. A ella no le importa ya nada de eso, claro. ¿Cómo le va a importar lo que ocurre allí?, pero lo hace por consideración… Lo de aguantarle, quiero decir. Me lo dijo ella misma. A estas alturas y después de tanto tiempo fuera, no le va a hacer un feo. Aunque el otro, su amigo o lo que fuera, no se iba a enterar. Ya se lo dije hoy cuando la fui a buscar para que viniese a recibir a la nueva… –No puedo ir. ¿No ves que está aquí Carmelo?, me dijo– Pues también, para una novedad que tenemos, si Carmelo no la va a echar de menos… Nada, me dijo que no podía hacerle el desprecio de dejarle hablando solo… Aunque yo creo que tiene que estar ya más que aburrida de escuchar siempre los mismos chismes… Pero bueno, a veces se entera de algo interesante, como lo de que iba a llegar una nueva. Carola creo que se llama.

–¿La de la F-4?

–No, la nueva. Menudo nombre para una ánima. ¿No te parece?. Claro, que aún los hay peores. Algunos de los que llevan por aquí más de noventa años tienen nombres muy graciosos, como el de la F-9, Restituto. ¡Ja, si suena a cuento!. Pero si lo vieras, todo engominado… No está nada mal. Lo dejaron muy arregladito para aquella época. Es una ánima antigua pero joven, no tendría más de treinta y ocho o cuarenta cuando vino. Las ánimas mujeres, por lo general, somos más viejas, setenta u ochenta casi todas. Duramos más en el mundo de los vivos, y claro, cuando llegamos aquí casi no valemos para nada. ¡También que gracia, toda la eternidad de viejas achacosas!. Ésta que viene no, ésta es más joven, de mediana edad, como dicen fuera, cuarenta y siete años, creo.

Mira, mira. Ya entra en hoyo su cuerpo, va a salir pitando. Tanto hablar y casi se nos despista.

¡Pues si que la han dejado guapa a la pobre con esa túnica blanca!. Desde luego, si a ellos les dijesen que tenían que pasar un solo año con una túnica de tela rasposa, seguro que se tiraban las manos a la cabeza, y para nosotras, con toda la eternidad por delante... ¿no se les puede ocurrir nada mejor?. Menos mal que ya no sentimos ni frio ni calor, pero no me parece muy decente, que quieres que te diga, a fin de cuentas aquí hay de todo, y porque seamos ánimas no tenemos por que perder los modales… ¿No opinas tú también asi?...

Bueno, vamos a buscarla, que la pobre debe estar ya hasta el moño de tanto duelo. Como si no hubiera soportado bastante a esos vivos pesados.

 

–Hola, ¿se puede?. Somos del comité de recepción. Veníamos por si está aburrida y le apetece dar una vuelta. Le acompañariamos encantadas.

–¡Pero como se atreven a interrumpir así el responso!. Con lo mirado que es el señor cura para estas cosas. ¿No ven que esto es un duelo?

–Sí, claro, claro que lo vemos, y por eso mismo estamos aquí. Venimos a presentarnos, ya que nos va a tocar ser vecinas, nos parecía lo correcto.

–¿Vecinas de qué?. Yo estoy muerta, ya no tengo ni vecinas, ni a nadie. Miren, miren como lloran todos. Hasta mi sobrina ¡Ay, da gusto ver como me quería!

–¿Esa de la mantilla negra por la cara?. Esa es una pájara, y no llora de corazón; me lo dijo de buena tinta la de la F-4. Esa lo único que hizo fue aprovecharse. Vino a última hora para quedarse con la casa. Como era la pariente más directa… Para que no hubiera dudas, vamos.

–¿Y usted, cómo se atreve a hablar así de mi familia?. Mi sobrina será una pájara, eso ya lo sé yo, pero es mi familia y no consiento que nadie se meta con ella. Así que déjeme tranquila escuchar al cura, que ahora va a hablar de mi.

–Pues sí, ¡Bonito discurso!. Como ese tenemos todos los días, pero luego nada, si te he visto no me acuerdo. Además nosotras lo único que queríamos era ser educadas. Enseñarle un poco esto, presentarle al resto de los residentes… Vamos, todas esas cosas de gente que ha tenido en vida una buena educación…

Este sitio es muy bonito y tiene mucha animación. Pequeño pero muy bien montadito. Aquí casi todo son panteones. ¡Y puestos a la última, no se crea!. Mire, ¿no ve?, la mayoría tiene puertas de aluminio, y los hay con ventanas regulables, y hasta hay uno, el de la F-4, con cortinas… A esa ya la conocera, hoy no ha podido venir porque tenía visita. Su panteón es digno de ver, cuidadito y limpio como una patena, no como el resto, que sólo los limpian por el patrón. Luego iremos a verlo, y si no, ya tendrá oportunidad otro día, porque nos solemos reunir en él todas las de esta zona. ¡Sólo ánimas mujer, eh!... Las ánimas hombres son insoportables, siempre paseándose con aires de superioridad y hablando de batallitas… que si en Cuba, que si en Marruecos, en la del 36… ¡Bah, un latazo!.

Pues si, yo creo que el de la F-4 es el mejor. Aunque mi amiga –la ánima que se acaba de ir para avisar al resto de su llegada– es de otro criterio, para ella todo estaría mucho mejor como antes, con las verjas de hierro forjado y las piedras al aire sin nada de pintura. Del aluminio no quiere ni oir hablar… Yo en cambio, lo encuentro mucho mejor así. Porque, es lo que yo le digo siempre a ella, si todo cambia, por qué nos van a dejar a nosotras con aquellos trastos viejos. Para antiguallas ya estamos nosotras, aquí donde me ve, ya llevo más de treinta y cinco años en este sitio.

–Entonces, se murió usted muy joven. ¡Vaya mujer, que pena!.

–No, que va, a los setenta y cinco, lo que pasa es que como ya no cambiamos pues aún me conservo… Tú tienes suerte. Me permites que te tutee ¿no?; como vamos a ser vecinas de eternidad más vale que dejemos a un lado los formalismos. Sí, tienes suerte, se lo decía yo antes a mi amiga. Pasar a la eternidad a los cuarenta y poquitos años, no importan unos más o menos, está muy bien. Aún eres ágil y te puedes mover con soltura…

¿Y yo, que te estaba contando?. ¡Ah, sí, que a mi compañera no le gustan los azulejos, ni las velitas con protectores de plástico tan monas y cómodas, ni ninguna otra novedad… Bueno, ahora que no está ella, te diré que lo que le pasa es que es un poco cursi. Hace poco que ha llegado y en vida fue una señorona de mucho postín. Con decirte que tiene panteón familiar con capilla y cripta. Pues aún se debe creer algo por eso. ¡Fijate tú, cómo si aquí importara algo su grandeza!.... Para qué queremos nosotras esas velas asquerosas, con el humo y el olor que sueltan… Pero aún eran mucho peor las palomitas. Antes cuando me las traían yo siempre tropezaba con ellas y ¡zas!, todo el aceite por el suelo. Se ponía todo pringosísimo hasta que se secaba. Porque, como yo ya no me valgo para estas cosas… ¡Ja, si estuviera viva!. Iba a tener mi panteoncito como los chorros de oro. Como tenía mi casa antes, sencillita pero limpia. Lo único que no soporto son las flores de plástico. Habiendo por aquí tanto jardincito, hay algunos vivos a los que se les ocurre traer flores de plástico. Una vez que vino a verme mi bisnieta y me trajo esos sucedáneos de flores, no paré hasta que tiré rodando fuera el jarroncito. Se llenan de polvo y se ponen feisimas, ya te he dicho antes que yo no soporto la suciedad…

Oye, qué suerte has tenido con morirte estos días. Bueno con llegar aquí, ya estoy yo hablando como los de fuera. Claro, como tu eres nueva, no me hago… Eso, que has tenido mucha suerte con llegar en vísperas del patrón, que es cuando esto se pone más animado.

–¿El patrón?, pero si es por el verano y estamos a finales de octubre. ¿Qué pasa, tantos años aquí te hacen chochear?. ¡Bien que sé yo el día en que estamos hoy!... “Doña Carola Rodriguez Piñeiro, fallecida el 28 de Octubre de 1988… tarará, tarará, tarará…”. Quería que encargaran unos recordatorios, pero seguro que mi sobrina se ha olvidado. Ahora os los podría repartir, me servirían de tarjeta de presentación.

–La que chochea serás tú. Aunque como eres nueva, y todavía no te enteras, se te perdona. El patrón aquí, es a primeros de noviembre, por difuntos. El santo de las ánimas. A partir de mañana esto se llena de vivos. Vienen con la excusa de limpiar y arreglar las tumbas, pero en el fondo a lo que más se dedican es a cotillear. ¡Si yo te contara algunas historias que tengo escuchado!... Pero sí, estos días da gusto con tanta animación y florecita como traen. Arreglan los jardines, ponen velitas, limpian… lo dejan todo como nuevecito… Y nosotras, ¡ala!, toda la tarde de aquí para allá, paseando, comentando las novedades… Por la noche es la fiesta grande. Salimos de paseo por los alrededores y algunas, las más atrevidas se acercan a la ciudad para meter sustos a los vivos. Yo no puedo, a mis años ya no estoy para cansarme mucho, pero tú que eres joven, seguro que encuentras otra ánima que te acompañe si quieres ir. ¡Ya verás que bonito!, con las lucecitas fosforescentes de los huesos de procesión por la noche… Si, has tenido mucha suerte con llegar justo para el patrón.

Ya ha terminado de hablar el cura, ¿no?. ¿Te dijo algo interesante?

–No, ¡que va!. Siempre dice lo mismo. Seguro que mi sobrina ha encargado el entierro más baratito, y claro, si no hay una buena propina, ya se sabe… Es una buena pájara mi sobrina.

Mira por ahí llega otra vez tu amiga, ya podemos ir a visitar todo esto… Oye una cosa, ¿Tú siempre hablas tanto?.

–¿Yo?, esto no es nada. ¡Si me hubieses conocido viva!. Entonces si que le daba a la lengua, pero aquí, no mucho. Sólo con las nuevas me puedo explayar un poco, las demás enseguida me cortan. Claro, como ya se lo saben todo… Pero es que aquí, ¿Qué más se puede hacer?...

 

Y mientras los coches negros se alejaban y el sepulturero maldecía a la muerta y a sus parientes por la poca propina que le habían dado, las tres ánimas se fueron en animada conversación, comentando los preparativos del día grande.

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