LA NOMA ACUÁTICA Y LA TEJEDORA DE SUEÑOS
Hace años hubo un invierno muy muy lluvioso, tanto, que entre las ramas de los rosales nacieron fuentes y debajo de los árboles se abrieron pozos… Una de estas fuentes brotó muy cerca de la casa de una tejedora de sueños pero toda la riqueza del nuevo manantial se escapaba por debajo de la tierra y los cimientos… Esta casa es una ruina, pensó la tejedora, se pierde el agua y se agrietan las paredes, así que decidió hacer una traída del caudal de los inviernos para llenar la piscina en verano… Y dicho y hecho, avisó a unos amigos y entre todos dispusieron cañerías, llaves de paso, depósitos… y ella se sentó a tejer un tapiz con sus sueños mientras duraba el ajetreo…
Siempre andaba metida en obras, siempre planeando futuros pero luego los futuros se abrían camino ellos solos, como el agua que llegó hasta su casa aquel invierno…
Porque lo que ella no sabía era lo que iba a pasar después con sus obras…
Un buen día de primavera se encontró que por el grifo del lavabo salían barquitas, pequeños paraguas, tablas de surf que parecían palillos y todo un enjambre de diminutos utensilios acuíferos… Estaba claro, el pozo del jardín estaba habitado y al taponarlo sus habitantes habían tenido que buscarse un sitio dentro de las cañerías… Uno tras otro fue recogiendo aquellos utensilios, pero cada día aparecían nuevas cosas, ya tenia dos habitaciones casi llenas, y sin poder tirarlas porque no eran suyas, ni poder utilizarlas porque su cuerpo era demasiado grande para ellas… Cuando ya creía que iba a tener que meterse de nuevo en obras para ampliar sus sueños, vio salir por el caño a una pequeña noma que se peinaba la melena con el agua que vertía el grifo de la ducha… Vale, ya sé de quien son todas estas cosas, pensó… ahora me dirá que puedo hacer con ellas… pero la noma se revolcó en la bañera y parecía tan feliz que la tejedora no le quiso meter prisa… Hasta que con el sol y el agua se hizo tan grande como la glicinia del jardín y ya casi no cabía en la bañera, así que decidió partir para conocer nuevas fuentes. Pero como tenía miedo de perderse, antes de irse cogió un ovillo del tapiz que estaba a medio hacer y ató uno de los cabos al grifo de la ducha… Así siempre tendré una guía para regresar, le dijo a la tejedora… Y deshaciendo el ovillo se fue lejos atravesando valles y montañas … Cuando llegó a lo más alto era ya invierno, empezó a nevar y la noma-mujer se paró para contemplar la belleza del agua blanca sobre las cumbres… Allí perdida entre las montañas casi se olvidó del hilo que llevaba atado a una de sus muñecas, pero el deshielo se lo descubrió enredado entre las rocas y fue recogiéndolo poco a poco hasta que se encontró de nuevo en la bañera de la que había partido.
Pero ahora no sólo ella estaba mucho más crecida, las tablas de surf, los paraguas y las barcas eran de tamaño natural, y además en la bañera había juguetes, cunas, lavadoras y una cama grande, grande que se había traido enredada entre las lanas… No te preocupes, le dijo la tejedora, todo cabe en esta casa, y si no, se abren puertas y ventanas… Y una vez más la noma-mujer se revolcó en la bañera y jugando con el agua tibia se fue estirando, estirando, hasta que atravesó las cañerías y se sumergió en el pozo del que había salido aquel invierno lluvioso, y desde allí, se fue nadando sin parar hasta que llegó al mar. Pero tampoco esta vez se olvidó de llevar atado a su muñeca el hilo, ahora ya casi una liana dura y fuerte, del tapiz… Cuando sacó la cabeza de las aguas la luz y las flores le cubrieron de besos… Se encontraba tan a gusto en aquel mar que le había acogido que por primera vez pensó en descansar del hilo que le oprimía en la muñeca, así que se lo sacó y lo ató al teléfono para tenerlo localizado… Por el día, entre abrazos y besos, era de nuevo pequeña como una noma, pero por las noches crecía su imaginación y su cuerpo apenas cabía en la cama que le habían preparado. Cuando miraba al teléfono sentía nostalgia del otro cabo atado al grifo lejano y un día tiró de él para ver si así venía, y liando, liando, hizo un ovillo tan grande que ya no era un ovillo sino una bola inmensa de recuerdos, palabras, sueños y deseos… Tan grande y tan pesada era que no le cabía en su cama, y por las mañanas, aunque la intentaba esconder, siempre le salía por debajo de algún mueble… Así estuvo un tiempo, dándole vueltas a que hacer con esa bola caracola, hasta que una mañana de primavera, la metió en el ordenador para poderla ver en todas las prespectivas, y entonces, de sus manos libres salieron mil dibujos de futuro, textos de sueños y diseños de nuevas construcciones. Y primero diseñó un puente y luego soñó unas alas y también dibujó una barca más grande que la que había dejado atrás… y cuando se sintió satisfecha con sus planes, se puso manos a la obra, porque así, por tierra, por aire o por mar, siempre podría regresar, y volver a partir, y volver a regresar...
3 comentarios
Knox -
Hartos apapachos
airezul -
muchas gracias, sis, por ser tan comprensiva, esta semana te llamo y te cuento el millón y medio de novedades... te quiero antípoda!!!
Sis -
Más besos de recuperación!!
Chao