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En un lugar de Galicia, de cuyo nombre todavía logro acordarme, vivía el ilustre hidalgo Don Loizaga, gran contador de cantatas sin puntos y aparte ;)
Me cuenta una santa madre, que no madre santa, que estos días de atrás se ha creado una pequeña trifulca, un rifirrafe, una enganchada, un alboroto, una contienda entre mujeres de una misma familia. El motivo?...una sonsera, como dice el cantar argentino. Un bote de pintura blanca mal cerrado, y el olor de la misma que se extienda por la casa... Y luego vienen las preguntas que dieron origen a los hechos: ¿Pero quien tuvo el descuido de dejar el bote de pintura abierto? Y las respuestas: - Yo no, corazón. - Pues tampoco he sido yo...y, ahora, como pinto mi estantería si la pintura se ha endurecido al contacto con el aire, eh? Y discrepan las damas, y se enrarece el ambiente,se indigesta la comida, se turba la digestión, se espesan los silencios y se nubla el pensamiento, se farfullan las palabras, se destemplan los nervios...Y llaman al timbre...y aquí nadie oye...Y cuando, al fin, se abre la puerta es Borja quien llega para decir: - Hay sordera en esta casa desde unos días a esta parte, y desconozco a qué es debido. Y, entonces, le pone una de sus mujeres,  al tanto de lo sucedido: -Pues que me he quedado sin pintura para poner a mi gusto mi preciosa estantería...Y otra voz, desde la cocina, añade:- No he sido yo...yo nada he tocado...-Dejemos las cosas así, responde aquella que junto a Borja queda. Y una, por situarnos en escena, camina junto al recién llegado pelando la pava, y le muestra la estantería de sus amores, aquella que por descuido ahora quedará como en origen, sin ser pintada, con su vieja cara de pino de área comercial ...Y la otra, la que discrepa, ésa nos queda también pelando, pero no la pava sino patatas que ha de freír con todo esmero para animar a la recua de comensales que se le vienen encima a las dos y media. Ésta, la que dejo en su tabernáculo sagrado, se afana, se entrega y se esmera para tener todo a punto.  -Ya casi están aquí los invitados y aún me queda el sofrito por hacer... piensa para sus adentros, que en estas horas de turbulencia (por experiencia lo sabe) no es bueno hacer comentarios en alto. Así, sin hacer apartes, escribiendo seguido, nos queda una de las protagonistas dando a la hebra con un joven apuesto, que acaba de llegar de no sabemos donde pero nos lo imaginamos, y a la otra en la cocina, absorta en sus pensamientos que, a esta  hora no son muchos ni dispares, pues toda su energía se entrega a los pucheros y sartenes, a pesar de ese cierto olor que hay por toda la casa a pintura fresca de bote mal cerrado...A nuestro buen y estimado Borja ya le han puesto al día, conoce al detalle lo acaecido y, prudencia obliga, guarda silencio. Porque él sabe los detalles de la efemérides, bien acabo de referir que se los han explicado sin dejar coma, ni incluso punto, pero desconoce la versión de aquella otra que, de cuando en vez, se deja sentir por el tenue ruido de un tenedor al ser depositado delicadamente sobre un plato. Pero Borja, nuestro Borja, el único de la terna que hoy está en la casa sin la acidez que regala esa pintura que se ha extendido por cada rincón de este hogar modélico, utiliza sus dotes de consumado estratega: levanta ambas cejas, da un paso hacia atrás, compone una mueca estudiada y sitúa una mano sobre el picaporte más íntimo de la casa. Hay un silencio breve; también lo hay en la cocina, pues en este instante tenemos a la cocinera presa de sus pensamientos: -¿Será mejor yogurt o melón de postre? Y en este pensamiento, callado como todos los pensamientos, la dejaremos para volver raudos a ese joven que mantiene la mano sobre un picaporte, una mano blanca, blanca como aquella pintura de la que ya casi nadie se acuerda, pero que entrega su perfume ya no sólo por la casa sino incluso por el inmueble entero.Y volvemos raudos porque la decisión que a tomado y que, en breve, hará saber a su contertulia ya no puede esperar más. La frase es concisa pero muy importante. Al menos para él. -  Voy a orinar, anuncia mientras gira esa manilla dorada, de diseño,delicada y  de leve curvatura. La dama que le acompaña, todo recato, lo deja solo mientras nuestro joven amigo simula entrar en la dependencia aliviadora. Libre de presencias, e incluso de miradas, se planta en un "visto y no visto" en la cocina. Allí, mentiría si no lo dijera, se le espera desde hace minutos que han resultado horas. No hay lugar, ni tan siquiera, para un -¿qué  tal?, un buenos días, una palmadita o un beso...que cualquier cosa sería hoy de agradecer. Que,según entra, ya le plantan unas afirmaciones en su propia cara:-Yo no he hecho nada. No he tocado el bote de pintura en ningún momento. Bien sabes que yo no me meto donde no me llaman.Para mí que, una de dos: O venía abierto (o defectuoso) de la ferretería, o lo dejó mal cerrado aquel mal encarado que vino con Ana en Septiembre. Yo no acuso a nadie, pero lo que sé es que no he tenido nada que ver en este asunto...Y cómo me están poniendo porque se ha esfumado la dichosa pintura...O, mejor, no se ha esfumado sino evaporado. El joven guarda silencio. Sopesa lo escuchado. Lo rumia sin prisas, pero también sin pausas, que él no es de los que deja que las cosas se pudran o no se afronten los problemas. Ahora, sí. Ahora, con lo oído, ya puede tomar decisiones. Y la primera que toma, y no es baladí, es acercarse de puntillas al cuarto de baño para soltar la cisterna, detalle que de no producirse podría generar dudas en aquella con la que departió primero...Y,amén de dudas, la certeza de que es un desconsiderado para con el siguiente usuario del cuarto de baño...- Que así no se dejan las cosas, pensará que piensa ella. Cumplida la añagaza ya está libre para dar a conocer su decisión. Se arma de valor y cita a ambas mozas en terreno intermedio, en terreno de nadie, por así decirlo. Él está crecido. Todo lo controla. Ya los tenemos en el pasillo, aunque ha costado más de lo esperado. La responsable en este día de lo que toca al estómago se ha hecho la remolona...Razón no le faltaba: -No puedo atender ahora a otras cosas, que están a punto de llegar los invitados. Pero Borja ha peleado bravamente y ya las tiene junto a él. Quiero recrear la escena: él, como organizador está en medio. Esto, pensado lo tiene, le dará mucho juego. Pede mirar, ora a un lado, ora al otro, y siempre tendrá a una de sus queridas chicas ante su vista; cualquier gesto que haga, a derecha o izquierda, tendrá a alguien para recibirlo e interpretarlo. Su posición es también la idónea para poner paz en el supuesto de que se agrave el conflicto e, incluso, para ser escuchado con mayor claridad y limpieza si hay quien ya tiene una cierta dureza de oído. Ellas están junto a él, una a cada lado. Los veo formando un triángulo; un triángulo humano y escaleno en un pasillo angosto.- Pelillos a la mar, amigas, que el mar bien a la mano os queda, dice.Y continúa: -No deseo ofender, sino buscar salidas al conflicto. Y como primera medida, como paño frío que alivie la calentura, aquí propongo abrir ventanas y  puertas, puertas y ventanas, para hacer huir como un bellaco de los de rabo entre piernas, a este hedor a pintura agria y vieja que os trastorna las mientes y os envenena el alma. Y sobre ese bote, sobre ese caldero que llegó con pintura blanca y que, por mano traviesa o descuido, se halla en ruina(que llegados a este punto no nos meteremos en ello), coloquemos una bolsa que lo aisle y ampare y yo mismo, sí, yo mismo seré quien de llevarlo al contenedor, en las horas que la ordenanza municipal aconseja. Y muerto el perro, se acabó la rabia. Y, ahora, aquí paz y, en breve, gloria. Y ¡hale! un besito de amigas y no se hable más. Las palabras de este joven bondadoso hacen recapacitar a nuestras dos mujeres, dos mujeres que se quieren y que comprenden que el vivir diario se hace con pasos generosos y con cesiones...que cariños y afectos ya se los dan y en cantidades que no son cortas. Se oyen besos primero, abrazos después, palabras en tono alegre y un "aquí no ha pasado nada" con voz varonil. Después, pasos, un timbrazo, una puerta que se abre, saludos, ruido de sillas, descorche de botellas, y un "todos a la mesa". ¡Oh!, qué lástima no poder estar sentado junto a todos ellos para disfrutar de la buena mesa, de la tertulia, de la compañía de la gente de bien...Se habla de todo lo imaginable, salvo de aquello de lo que llevamos muchas líneas hablando. Hay un amago, en el que nadie encontrará mala fe y sí buena pituitaria, en el que uno de los comensales insinúa si en la casa hay obras, albañiles, pintores o gente que se ampara en estos gremios para buscarse la vida...¡Nooooo!, se responde a tres voces. Y se añade para dar más fuerza a la negación:- ni recordamos el tiempo que no hay obras en esta casa. Pertinaz, el preguntón insiste:-Pue yo diría     que hay un cierto olor a barniz, a pintura, a aguarrás...Todos los presentes, y no son pocos, abren las aletas de sus narices y aspiran el aire con brío, intentando captar ese tufillo que tanto busca el de la nariz privilegiada. Pero nuestro mozo, el único del que conocemos su nombre de pila pues sus apellidos para estas líneas no vienen a cuento,sale al quite con soltura: -Deben estar de obra en el piso de al lado...pintando, creo. -Pues cerremos las ventanas...indica otro de los presentes...-¡Nooo!, responde la cocinera. A mí me parece que así estamos bien...¿No sentís el bochorno? El suspicaz se levanta, se dirige al balcón, se asoma, mira a un lado y a otro, después hacia arriba y hacia abajo, se encoge de hombros y regresa a su asiento: -Pues no sé.Yo no veo obra por ningún lado. A ver si es un escape de la Petroquímica...-¡Sí!, de esos no te puedes fiar, apuntilla Borja. Ya sabes como se las gastan y sin avisar. Y para fortuna de unos y descanso de los otros  no se habló más del asunto, y todas las conversaciones restantes apuntaron al tiempo atmosférico, a los colores de moda de este otoño, al mal funcionamiento de la cámara del portal y los desaprensivos que la ciegan, a las normas que cada uno dictaría para corregir el botellón, a la novela vespertina de la tele y al primo de Rajoy. Se levantó la mesa poco después de ausentarse los comensales...Sólo uno de ellos quedó en su silla. Es Borja ¿Apesadumbrado, quizás? ¿Triste por las conversaciones puestas sobre la mesa? ¿Algún pecadillo inconfesable que le ahoga? ¿Alguna multa al volante? ¿Tal vez un amor no correspondido? No. Conociéndole afirmaría que no es eso...Y no lo era, que Borja no es de amores no correspondidos, ni de multas al volante, ni de tristezas que le pesen. Que a Borja lo que detiene sobre la silla son pensamientos generosos...Sabe que ha arreglado el entuerto entre las mujeres, pero sólo a medias. La pintura por la que ellas porfiaban se echó a perder,o se secó,o era de ínfima calidad y no ha servido. Tanto le da...Había un disgusto entre ellas que, ahora, por suerte, está olvidado, pero puede resurgir de sus cenizas. Ha de actuar con diligencia y maña para poner remedio y que la situación anterior no vuelva a generar chispas. En el silencio en el que ha quedado ha entornado los ojos, esos ojos que son fiel reflejo de su nobleza...Y piensa, mientras simula una reconfortante siesta...Ya lo tiene. Se incorpora, se despide de las chicas y les recomienda que no clausuren las ventanas las ventanas en toda la tarde. -Si hay corriente tened cuidado, aconseja con el tono afable de siempre. Un gran tipo este Borja nuestro. Lo demás lo pongo en papel, a continuación, y sin extenderme demasiado : Borja ha pensado que, ante la falta de recursos de esas dos buenas mujeres, él debe ser generoso. Comprará pintura, la de mayor calidad que expongan en el bricolage, pagándola de sus ya limitados recursos económicos. Será el primer paso. Le queda el segundo que, aun siendo complicado en su factura, él será capaz de llevarlo a puerto: con cualquier motivo intentará quedarse en casa de las dos damas, en ausencia de las mismas. En esa soledad extraerá de su mochila el bote de pintura y la brocha comprada, y con esa mano blanca y ese corazón grande se entregará al profesional trabajo de pintar la estantería. Para que las damas no discutan y para que el deseo de ambas sea realidad. A veces los sueños se hacen realidad...sobre todo cuando un alma noble lo quiere.
Ya sale Borja de la habitación, incluso de la casa. Junto a la librería queda un cartel anónimo: Felicidades. Ya tienes tu librería pintada.

1 comentario

Sis -

De nuevo te digo "si esperas se pasa" pero también te añado "déjalo reposar. no hagas nada. observate y nada más. nada". Besos.
El finde seguro que no voy. La contraparte curra. Ventajas y desventajas de la pareja.