Casi siempre hago el mismo trayecto para llegar al trabajo. La rutina del camino me ha llevado a distinguir entre los personajes habituales, los simples transeuntes, los de paso diario... El primer día que lo ví, estaba sentado en un banco, rodeado de maletas, mochilas, equipaje de mano. Pensé que sería un descanso antes de llegar a la estación. El segundo día, lo volví a ver sentado en el banco, rodeado de maletas... podría tener unos 60 años (aunque la vida perdida te hace aparentar más años de los que en realidad uno tiene), barba blanca, siempre leyendo. Al tercer día, decidí decidir que era un hombre más viviendo en la calle (el frío de Compostela no permite vivir a la intemperie, quizás por eso no deja de sorprenderme la cantidad de personas que pasan temporadas entre cajeros, bancos, parques y garajes).
Al quinto día quizás me hubiera apetecido sentarme y preguntarle si sabía de la existencia de un albergue de transeuntes, situado en la parte alta... pero pasé de largo. Después de mi dosis de realidad con los "tres amigos" del albergue, no le encontré ningún significado a mi pregunta: quizás ya había pasado por allí (salvo excepciones sólo te permiten estar tres días).
Un día, el lector de las maletas, dejó de estar en el banco de costumbre; se trasladó unos metros más arriba... a la cafetería de los "habituales". Seguía rodeado de maletas, mochilas y equipaje de mano. Ahora leía los periódicos del día, mientras saboreaba un "café amb llet". Y sin venir a cuento me alegré del cambio.
Hoy no lo he visto.
Quizás ha decidido cambiar de barrio.
4 comentarios
airezul -
el lector ha vuelto al barrio, sigue con sus maletas, y ahora combina su "café amb llet" con torradas de "pa i oli".
Sis -
... dejar todo y largarse,
qué fascinante!
Volver al santo oficio
de la veleta...
....
Y soñando que un día serás poeta....
Achuchones
Knox -
apapachos
lumieira -
Chuchos