desde hace unos días llevo a Cortázar y sus instrucciones pegadas al pensamiento... no tengo a mano ninguno de sus libros (las mudanzas son así... te llevas los que todavía no has leído o alguno del que no te atreves a separarte)... podría bajar hasta la biblioteca (pero "las instrucciones" son así... te atacan cuando menos te lo esperas)... y como, ultimamente, me estoy haciendo una especialista en buscar "palabras" absurdas en la red, he atrapado esta rehabilitación de una página cualquiera.
dedicadas a un compañero de bitácora porque gracias a su bitácora, recuperé el placer de releer al autor de las instrucciones, los cronopios y las famas, inconvenientes en los servicios públicos... (aunque sea a través de la pantalla).
Me caigo y me levanto
Nadie puede dudar de que    las cosas recaen. Un señor se enferma, y de golpe un miércoles recae. Un lápiz    en la mesa recae seguido. Las mujeres, cómo recaen. Teóricamente a nada o a    nadie se le ocurría recaer pero lo mismo está sujeto, sobre todo porque recae    sin conciencia, recae como si nunca antes. Un jazmín, para dar un ejemplo perfumado.    A esa blancura, ¿de dónde le viene su penosa amistad con el amarillo? El mero    permanecer ya es recaída: el jazmín, entonces. Y no hablamos de las palabras,    esas recayentes deplorables, ni de los buñuelos fríos, que son la recaída clavada.
   Contra lo que pasa se impone pacientemente la rehabilitación. En lo mas recaído    hay siempre algo que pugna por rehabilitarse, en el hongo pisoteado, en el reloj    sin cuerda, en los poemas de Pérez, en Pérez. Todo recayente tiene ya en si    un rehabilitante pero el problema, para nosotros los que pensamos nuestra vida,    es confuso y casi infinito. Un caracol segrega y una nube aspira; seguramente    recaerán, pero una compensación ajena a ellos los rehabilita, los hace treparse    poco a poco a lo mejor de sí mismos antes de la recaída inevitable. Pero nosotros,    tía, ¿cómo haremos, cómo nos daremos cuenta de que hemos recaído si por la mañana    estamos tan bien, tan café con leche, y no podemos medir hasta dónde hemos recaído    en el sueño o en la ducha? Y si sospechamos lo recayente de nuestro estado,    ¿cómo nos rehabilitaremos? Hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña,    al terminar su obra maestra, al afeitarse sin un solo tajito; no toda recaída    va de arriba a abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando    ya no se sabe dónde se está. Probablemente Ícaro creía tocar el cielo cuando    se hundió en el mar epónico, y Dios te libre de una zambullida tan mal preparada.    Tía, como nos rehabilitaremos?
   Hay quien ha sostenido que la rehabilitación sólo es posible alterándose, pero    olvidó que toda recaída es una desalteración, una vuelta al barro de la culpa.    En efecto somos lo más que somos porque nos alteramos, salimos del barro en    busca de la felicidad y la conciencia y los pies limpios. Un recayente es entonces    un desalterante, de donde se sigue que nadie se rehabilita sin alterarse. Pretender    la rehabilitación alterándose es una triste redundancia: nuestra condición es    la recaída y la desalteración, y a mi me parece que un recayente debería rehabilitarse    de otra manera, que por lo demás ignoro. No solamente ignoro eso sino que jamás    he sabido en qué momento mi tía o yo recaemos. ¿Cómo rehabilitarnos, entonces,    si a lo mejor no hemos recaído todavía y la rehabilitación nos encuentra ya    rehabilitados? Tía, ¿no será ésa la respuesta, ahora que lo pienso? Hagamos    una cosa: usted se rehabilita y yo la observo.Varios días seguidos, digamos    una rehabilitación continua, usted está todo el tiempo rehabilitándose y yo    la observo. O al revés, si prefiere, pero a mi me gustaría que empezara usted,    porque soy modesto y buen observador. De esa manera, si yo recaigo en los intervalos    de mi rehabilitación, mientras que usted no le da tiempo a la recaída y se rehabilita    como en un cine continuado, al cabo de poco nuestra diferencia será enorme,    usted estará tan por encima que dará gusto. Entonces, yo sabré que el sistema    ha funcionado y empezaré a rehabilitarme furiosamente, pondré el despertador    a las tres de la mañana, suspenderé mi vida conyugal y las demás recaídas que    conozco para que sólo queden las que no conozco, y a lo mejor poco a poco un    día estaremos otra vez juntos, tía, y será tan hermoso decir: "Ahora nos    vamos al centro y nos compramos un helado, el mío todo de frutilla y el de usted    con chocolate y un bizcochito.
3 comentarios
airezul -
(podría seguir diciendo que tú me animaste a ello, que es lindo encontrarte por aquí en la hora 25 del día, que me gusta observar como deceleras ;-) será que has encontrado en algún cajón olvidado las gafas violetas???...
sis -
"que no vuela el que tiene alas sino el que se atreve a hacerlo" esta es simple, chula y, en resumidas, genial.
Knox -
apapachos